Importaciones de boquitas ganan terreno ante el cierre de fábricas locales
Según gremiales del país, la paralización de la producción afecta a empresas, agricultores, tiendas y consumidores. Las exportaciones cayeron en marzo.
La producción nacional de boquitas ha sido, poco a poco, sustituida por marcas extranjeras en los anaqueles de miles de puntos de venta en el país durante las últimas semanas. Según actores de la industria de alimentos y distribuidores, las importaciones de boquitas o «snacks» han ganado terreno ante la paralización de las empresas nacionales, derivada de las medidas adoptadas ante el covid-19, .
Los «snacks» representan una tercera parte de las exportaciones del sector de alimentos de El Salvador, que en 2019 alcanzaron los $465.8 millones, según un análisis elaborado por la Gerencia de Inteligencia Industrial de la Asociación Salvadoreña de Industriales (ASI).
Este subsector dejó de operar a finales de marzo anterior, ya que el Gobierno consideró que su producción no era necesaria. El Ejecutivo ha ordenado una cuarentena general para contener la expansión de contagios del nuevo coronavirus. Como resultado, las importaciones de estos productos pasaron de $4.9 millones en marzo de 2019 a $5.9 millones en marzo de este año, para un alza interanual de 19.4 %, de acuerdo con datos del Banco Central de Reserva (BCR), retomados por la ASI. Los productos que más crecieron en monto importado en ese período fueron los que se fabrican con base a cereales obtenidos por inflado o tostado.
El 40 % de las importaciones de boquitas vinieron de Guatemala, país al que se le compró $2.4 millones en marzo. El informe destaca también a México, de donde las importaciones aumentaron en un 70 %, con un valor de $1.3 millones.
En contraste, las exportaciones salvadoreñas de «snacks» cayeron un 2.1 %, para un total de $11.6 millones, es decir $300,000 menos que en marzo de 2019.
«Efectivamente ha habido un incremento en la importación de ‘snacks’ de otros países de Centroamérica desde que se dio la prohibición a la producción de boquitas acá en el país. Cuando se dio la prohibición, solo se les permitió terminar de vender los inventarios de producto terminado que ya tenían», confirma José Mayorga, vicepresidente de la Asociación de Distribuidores de El Salvador (ADES).
Mayorga explica que los «snacks» son un producto de «altísima rotación», esto porque las empresas que los venden deben de visitar los negocios dos o tres veces por semana para poderlos abastecer, ya que estos no cuentan con el flujo de dinero para comprar el inventario para una semana completa o para 15 días.
Al agotarse ese inventario, el consumidor salvadoreño comenzó a sustituir ese «snack» por los importados. Con la interrupción de esta cadena productiva existe el riesgo de pérdida de empleos en las plantas que fabrican las boquitas. Tampoco se puede comprar a agricultores de papa, yuca, plátano su producción como materia prima. Otro eslabón afectado en sus ingresos son las tiendas, que rondan entre 80,000 y 90,000 en el país, ejemplifica Mayorga.
Carmen Aída de Meardi, vicepresidenta de la ASI, coincide con Mayorga en que el subsector de boquitas genera trabajo directo en la agricultura, en la cadena de distribución local, con la logística de camiones repartidores y el transporte de carga de exportación e importación, y en los canales de venta.
«Al cerrar las empresas nacionales de este tipo de alimentos, se afecta a todos estos encadenamientos productivos de la industria con el agro y con la actividad de distribución, de la industria de mayor tamaño con la pequeña y mediana empresa, y los efectos se reflejan de inmediato en menor empleo y disponibilidad de producto nacional», acota De Meardi.
Otra consecuencia del cierre es la pérdida de mercados para las exportaciones de estos productos. El sector de alimentos ha sido uno de los más dinámicos en los últimos años y se ha abierto paso en Centroamérica, Estados Unidos y Colombia.
Empresas que elaboran «snacks» como Diana y Bocadelli ocupan el segundo y tercer lugar en las primeras 10 del país por sus exportaciones de alimentos, de acuerdo con el ranking de la ASI para 2019.
«Estas industrias producen también galletas y cereales fortificados con vitaminas y minerales, para comer con o sin leche, y por su cadena de distribución masiva llega a todas las tiendas», agrega De Meardi.
Mayorga considera que con el decreto ejecutivo 22 se rompió la cadena de producción de alimentos y bebidas. De ahí que la propuesta de ADES es que se reforme ese decreto para abrir de nuevo la cadena de producción, almacenamiento y distribución de alimentos y bebidas.
«Las gaseosas ahorita ya no se están produciendo y se están vendiendo», destacó el vicepresidente de ADES sobre otro sector afectado.
De hecho, ESA compró más bebidas al exterior en marzo. Según el reporte de la ASI, las importaciones ascendieron a $15.8 millones, un alza de 8.9 %, que equivale a $1.3 millones más que en marzo de 2019. Un 22 % de esas importaciones correspondieron a bebidas carbonatadas, con un valor de $3.5 millones. Las exportaciones cayeron $1.6 millones ese mes.
Tomado de: https://bit.ly/2Lfwe8C